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Miguel Montor y su estudio redefinen la geometría como un camino hacia la contemplación, donde las líneas suaves y la eliminación de aristas invitan a perderse en la fluidez infinita. Cada espacio es un homenaje a la introspección, donde el diseño y la naturaleza dialogan en sintonía perfecta.
La luz se filtra suavemente, interactuando con materiales naturales que reflejan cálidos destellos y envuelven el espacio en una atmósfera de calma. Los elementos que evocan la tierra y la vegetación autóctona del desierto de Tecate se integran para reforzar la conexión con el entorno, creando un oasis de serenidad en medio del paisaje desértico.