El estilo industrial contemporáneo es una de las tendencias más vigentes en interiorismo. Su atractivo radica en la mezcla de materiales rústicos con acabados modernos, creando espacios funcionales, con carácter y sin excesos. Aunque su origen esté ligado a antiguos lofts y fábricas, hoy puede aplicarse en cualquier habitación de la casa. Y el baño es uno de los espacios donde mejor se adapta.

Un baño de estilo industrial contemporáneo no busca llamar la atención por lo temático, sino por su sobriedad bien ejecutada. La elección de materiales es clave: el microcemento o el concreto pulido en muros aporta esa textura cruda típica del estilo, mientras que el uso de madera natural introduce un contrapunto cálido que equilibra. El ladrillo visto, real o simulado, también puede funcionar como acento, siempre y cuando no recargue visualmente el espacio.

La paleta de colores suele mantenerse en gamas neutras: grises, negros, blanco roto o beige, con acentos en óxido, verde oliva o bronce envejecido que ayudan a romper la uniformidad y aportan profundidad. Esta base sobria permite que los detalles destaquen con fuerza, como una grifería en negro mate o acero cepillado, lavabos sobre cubierta de piedra o cerámica, y regaderas de gran formato que refuerzan el carácter industrial sin perder funcionalidad.

El mobiliario acompaña esta lógica: estructuras metálicas delgadas, madera sin barnices brillantes, proporciones equilibradas y diseño sencillo. Evitar el exceso de decoración es fundamental; aquí, cada elemento debe ser útil y tener presencia sin competir con el conjunto. Un espejo redondo con marco de hierro o latón puede convertirse en el punto focal sin necesidad de más adorno. La iluminación también cumple un rol esencial. Apliques tipo taller, luminarias colgantes con bombillas expuestas o luces dirigidas al espejo refuerzan la atmósfera. La luz cálida, en contraste con los materiales fríos, crea un ambiente acogedor y equilibrado. Además, sumar estanterías metálicas, accesorios de cerámica o cemento y algunas plantas puede suavizar la rigidez del conjunto y aportar un toque más habitable.

Un baño industrial bien logrado no necesita demasiados recursos. Con tres o cuatro decisiones bien planteadas se puede definir el estilo sin que el espacio se vuelva predecible. No se trata de reproducir una fábrica, sino de traducir esa estética a la vida cotidiana, con materiales honestos, detalles funcionales y un enfoque contemporáneo que privilegia la comodidad sin perder carácter.